La Fama dice:

Agnolo & Agostino

I

tarlatiEn el siglo antiguo Cicerón escribió que la Gloria es Fama a la que se suma la alabanza de muchos. En la Gloria no hay espacio para la Infamia.

Dos poderosos hermanos esquilmaron leche gloriosa de mis cien senos. Como Cástor y Pólux no hubo entre ellos oposición entre amor fraternal y fama. Los hermanos Agnolo y Agostino se amaron hasta el fin de los cauces, los ríos y las fuentes. Caminaron otras sendas de aquellas andadas por los hermanos infames Atreo, Tiestes, Set, Osiris, Caín y Abel, infames que magullan mis senos dejándolos como frutos resecos.

Agnolo y Agostino se dijeron “tu brazo en el mío, desafío a mis siglo” como en la obra del poeta que murió en la lozana juventud (Schiller). Hermano escogido más que hermano de sangre: eres la recompensa de esta contorsión moral que es crear obras de arte…

Mientras Agnolo trabajaba en la ciudad de Asís, su hermano Agostino murió en la ciudad de Siena. Tallaba los relieves de una fuente y de pronto…. ¿murió Agostino de un accidente? ¿Dio un paso en falso? ¿Murió de un ataque de apoplejía? ¿O de peste bubónica? No se sabe. Murió  Agostino y su muerte precipitó a las brumas a su hermano Agnolo que le amaba. La muerte es misteriosa, pero la muerte de Agnolo y Agostino lo es en grado sumo.

Hay dos fuentes en la ciudad de Siena. La caída de cada una de ellas recuerda el nombre de Agnolo y Agostino. En una leyenda romana la diosa Diana convirtió a la bella Aretusa en una fuente: su cuerpo de virgen cándida se metamorfoseó en una Esencia sin cuerpo destinada a brotar, brotar y brotar. Los hermanos Agnolo y Agostino se convirtieron —como  Aretusa— en fuentes de hervor eterno pero fugitivo.

Demudados en fuentes, Agnolo y Agostino brotan: su arte es ahora trasmigración y fluir constante.

 

II

Stefano & Ugolino

crucifiyYo hablo desde un país envuelto en nubes. Soy Fama, diosa de ojos miopes.

Con mis ojos apagados confecciono una meticulosa artesanía en torno a la cuál la gente se agolpa, como en las frías mañanas la multitud se apiña frente a un puesto de periódicos.

¡Con esta mano busco asir por los cabellos lo que se dice, y con esta otra, modelar mi artesanía de ricos brocados! Os entrego un ánfora ricamente recamada realizada en las penumbras resonantes de mi caverna. ¿Pueden ver mi artesanía entre las penumbras de la Fama?

Stefano, que murió a los 39 años, avanzó a tientas entre las sombras indicando el camino de un nuevo color y una nueva luz. Pero este Iniciado de la Luz fue enterrado en una oscura iglesia de Florencia. Devuelto a las sombras originarias. Para ver a Stefano se necesita una gran Rama Dorada como la que Eneas llevo consigo para alumbrar sus pasos en el Infierno. [Risas] ¡Es que no hay ninguna pintura de Stefano para ver en la tierra!

Quizás en el Infierno, Minos, el juez de los muertos, te permita entreverar una pintura de Stefano sumergida en el fondo de las aguas gélidas del Aqueronte. El ‘simio de la Naturaleza’ mejoró el arte de la pintura para después hundir sus creaciones en el Leteo, bebe una medida de agua… para después olvidarlo todo,  todo.

En Ugolino la terquedad se vuelve una cualidad de su estilo. Pintura hecha de terquedad sobre tabla. Cuando el pintor es terco, su estilo es la obstinación que busca abrazar por tres veces a la imagen fugaz.

Una vez el famoso Odiseo descendió a los Infiernos para consultar al adivino Tiresias acerca de su regreso a la ciudad de Ítaca. En el reino tenebroso Odiseo encontró a la sombra de su querida madre muerta. Por tres veces intentó abrazar la imagen sin cuerpo de su madre y por tres veces tocó sólo la imagen sin cuerpo que se le escapaba a la manera de los sueños.

¡Ahhh! La pintura y los sueños nos preparan para la muerte. También la dura vejez que anda a ras de suelo. La vejez, el recuerdo y la pintura ya no son tales… sino auténtico temor sagrado del mundo…