La Fama dice:

I

franc15Se dice que Giovanni Boccaccio conoció a Giotto en Nápoles. El poeta no dudó en poner al más célebre de los pintores de su tiempo en la cima de los hombres feos. En el parnaso de los contrahechos y repelentes Giotto, Sócrates y Esopo forman un triste florilegio. La fealdad de muchos autores célebres es legendaria, pero apuesto tres escudos a que encontrarías a Giotto digno de la fealdad de los hijos de la Hidra, la Medusa o la “perra cantora” que era la Esfinge de cuerpo de leona.

Quizás por eso Giotto se cuidó de no hacerse un autorretrato. A medio camino entre hombre y ave no dejó su propio rostro pintado pero dejó el rostro de los otros. Ellos son su espejo y mi voz, su canto…

II

Mirar y mirar. Nunca dejar de mirar. Mirar hasta el cansancio. Giotto, que inventa el retrato no puede mirarse ante el espejo sin decepcionarse de lo que ve, como Calibán.

¿Porqué entonces ver fijamente el rostro de los otros? Porque Giotto se reconoce en el malabarismo de los gestos de los demás: sus narices, sus cejas, sus labios se contorsionan con los gestos de su mano. Mano y rostro son recíprocos, espejo de una misma contorsión. Por eso no es remoto escuchar que a Giotto lo descubrió Cimabue cuando era solo un niño dibujando cabritos sobre una piedra. Giotto era el Pastor de los Gestos. Pastoreando sus dibujos y sus pinturas manifestó el drama de los humanos mientras su mano de serpiente se enroscaba al gran árbol de todo lo que existe. Giotto era un gran realista, y su realismo era imaginaciónvista en el espejo.

III

Que te sea grato lo que encuentres en el espejo, de lo contrario, conviértete en retratista y mírate en el rostro de los demás…

IV

franc14En el cielo hay una multitud de estrellas tintineantes. A veces yo misma me encargo de unir las estrellas con una línea delgada. Fijo las estrellas en un dibujo hecho de Destino.
Pero la mayor parte del tiempo el Cielo del Destino pertenece a los rumores: esas estrellas fugaces. ¿No dijo una vez el gran poeta (Goethe) que Fama, después de un brevísimo clamor, se tiende a descansar olvidando lo mismo al héroe que al bribón?

Giotto di Bondone goza de todos los privilegios de la Fama. Su constelación no está hecha de estrellas fugaces.

Su nombre bien vale un poema.

¡Atención, mortales! Sólo un rumor pasa de largo como un cometa y deja una estela luminosa.   Giotto es para Giorgio Vasari el Héroe de la Pintura. Nacido de un padre heroico Giotto gesta una pintura heroica. Su fama no conoce límites: flota en el éter y llega a los oídos —sordos para otra cosa que no sea la gloria— de monarcas y papas. A Giotto le es permitido externar ciertas ingeniosidades ante los grandes de la tierra: le bromea con sutileza al Rey de Nápoles y éste le mira con simpatía. Una vez Giotto dibujó un asno olisqueando un yugo en el nuevo blasón de un monarca: “así son los súbditos y así su reino” puede decirle. El pintor juega a ser bufón o el bufón juega a ser pintor. Sólo a Giotto y al bufón de la corte les es permitido el sarcasmo y el ácido.

V

Yo soy quien volvió a dar vida a la pintura, arte extinguida
Tuve una mano tan segura como hábil
Y a mi arte sólo le faltó lo que le faltara a la naturaleza
¿Admiras la soberbia torre que resuena con bronce sagrado?
Según la concebí, así se levantó hacia las estrellas.
En fin, yo soy Giotto ¿para qué decir todo esto?
Mi nombre valdrá como un largo poema

Esto escribió Angelo Poliziano como epitafio del Gran Giotto. Como puede verse, Giotto, fundador de la pintura moderna, tiene más de 12 apóstoles… y ningún escéptico mete el dedo en la llaga de su costado…